Sólo en la dehesa el cochino ibérico puro puede producir un tesoro gastronómico del más alto nivel gracias a sus características morfológicas y su metabolismo

Su morfología exige un crecimiento muy lento. Después comienza la fase de engorde, que debe coincidir con la maduración de la bellota en la dehesa. En total más de veinte meses de crianza y más de dos hectáreas de dehesa por cochino

Su metabolismo infiltra con gran facilidad grasa entre los músculos. Ahí se guarda el secreto. En esos ácidos grasos están los aromas de los pastos, las plantas silvestres y la bellota. Esta aporta el más importante: el oléico

Es esto lo que hace del ibérico una de las cinco joyas gourmet del mundo, junto al caviar, el foie, la trufa y el champán

Sólo el cochino ibérico genéticamente puro (100%) y de selección, en la dehesa y alimentado con bellota en su fase de engorde, puede alcanzar la excelencia en sus jamones